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¡Maldita ansiedad!, ¿o no?

Es bastante común sentir ansiedad frente a una entrevista de trabajo, ya que son instancias que pueden impactar de forma relevante nuestras carreras e incluso nuestras vidas. Por lo mismo, reflexionar al respecto puede ser de gran apoyo para aprender a gestionar las reacciones que estas situaciones despiertan en nosotros.

Veamos algunos ejemplos de los principales gatillantes de ansiedad en los procesos de selección:

  • Miedo al rechazo: es natural no querer ser excluido, de hecho es una respuesta común, ya que el rechazo puede ser interpretado por nuestra mente como una amenaza a la autoestima, aumentando nuestros niveles de ansiedad y estrés.

  • Competencia o comparación: sabemos que hay otros candidatos que también están participando del proceso, lo que muchas veces tiende a afectar nuestra seguridad.

  • Incertidumbre: hay una gran cantidad de variables que no conocemos ni controlamos, incluso a veces pasamos por alto aquellos aspectos que sí conocemos y que por ende, sí tenemos la opción de controlar.

  • Bloqueo: podemos llegar a olvidar datos o aspectos relevantes de nuestra propia historia laboral, disparando los niveles de ansiedad por las nubes.

  • Autoevaluación extrema: es muy relevante tener conciencia de sí mismo y aprender a automonitorearse, pero llegar a dudar de la propia valía y suficiencia es un extremo definitivamente contraproducente.

¿Qué hacemos entonces? Aquí te dejamos algunas sugerencias:

  1. Tal cual como en una reunión registras notas o bien, envías un correo con los acuerdos definidos, ¡lleva tu propio registro! Escribe todo lo que sientes antes y después de la entrevista, mientras menos tiempo pase mejor (no hagas trampa, este no es un registro de situaciones ni eventos, es de emociones). Ojalá puedas leerlo días más tarde y escribir cómo te sientes con lo que lees. Tal vez te parezca algo irrelevante o te recuerde al diario de vida de los 10 años, pero llevar un registro escrito permite identificar patrones, mirarnos con perspectiva, monitorear el progreso, y lo más importante, potenciar nuestra capacidad de self awareness.

  2. Así como estudiabas para una prueba o un examen, prepárate adecuadamente para una entrevista. Si es posible, investiga sobre la empresa y el cargo, averigua lo que puedas sobre el negocio y la cultura de trabajo, pero tan relevante como lo anterior; estudiaTE. Gran parte de la entrevista será sobre ti, y de eso ¡sí que sabes! No des por obvio que recordarás todo ya que gran parte de las veces no sabrás cómo será la entrevista y los nervios traicionan a cualquiera.

  3. ¿Cuál es el objetivo de una entrevista de selección para el candidato? ¿Quedar seleccionado? Sí, puede ser, pero la probabilidad no siempre estará a tu favor, por lo que es importante que tengas presente otros objetivos con mejor chance e igualmente relevantes:

  4. Que te conozcan – Tu CV y perfil en LinkedIn son sólo el primer paso, pero darte a conocer en una entrevista permitirá que vean tu potencial para futuras oportunidades. Un entrevistador no te puede decir “el estilo de liderazgo del cliente no calza con el tuyo”, pero sí podrá identificar en qué estilo y cultura de trabajo podrás demostrar tu máximo potencial y tenerte presente cuando esa oportunidad surja.

  5. Hacer networking - Ya sea para ofertas de trabajo o incluso, oportunidades de negocio. Tal vez tú necesitarás contratar el servicio de reclutamiento algún día, o te encontrarás con las mismas personas más adelante ofreciendo tus productos o servicios, no cierres las posibilidades que aún desconoces.

  6. Practicar - Acumular experiencia como entrevistado cuando estás trabajando y tal vez sin la ansiedad al límite, te aportará mucho para cuando necesitas iniciar una búsqueda proactivamente.


Como sabrás, la ansiedad no es la única emoción que podemos experimentar cuando buscamos trabajo, pero ya sea miedo, confianza, cansancio, entusiasmo, etc., ser conscientes de ellas puede aportarnos a reducir la incertidumbre y aumentar nuestra preparación.

¿Maldita ansiedad? Dentro de ciertos límites, no. Cada emoción consciente puede abrirnos grandes posibilidades, tanto en el ámbito laboral como en otras áreas de la vida. Así como esa famosa frase “lo que no se mide no se mejora/gestiona”, podríamos agregar que, de aquello que no somos conscientes, tampoco.


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