Cuando invitamos a algún candidato a participar de un proceso de selección, entendemos el tiempo y esfuerzo que esto implica, y que puede resultar frustrante cuando la empresa decide contratar a otra persona; y es ahí cuando nos preguntan ¿Por qué?.
La mayoría de las veces creen no estar calificados para el cargo, o que dijeron algo incorrecto durante la entrevista y que esto puede marcar un precedente para futuros procesos, cosa que no es así.
En los procesos de selección, más allá de evaluar las competencias y habilidades que se requieren para el cargo, lo que muchas veces determina que alguien no sea seleccionado es la cultura de la empresa y el equipo al que se deberá incorporar.
Para nosotras es tremendamente importante que la persona se sienta a gusto y que sienta afinidad con la empresa, de manera que sea potenciado por su equipo y viceversa, generando un círculo virtuoso.
En varias ocasiones cuando los candidatos que no son seleccionados, meses después los volvemos a llamar para participar de nuevos procesos de selección, ya que sabemos que el fit es perfecto.
Somos fieles creyentes que no hay malos trabajadores, sino que personas en posiciones (o empresas) equivocadas que no le permiten mostrar lo mejor de sí.
No hay que afligirse por no ser seleccionado, los invitamos a conocer sus fortalezas y analizar en qué lugar creen que podrían mostrar su máximo potencial, para así dirigir la búsqueda y esfuerzos hacia aquellas empresas.